Tan pronto como han puesto sus ojos el uno al otro, Vanda y Nastya sabían que son una combinación perfecta el uno para el otro. Una atracción única, una conexión que no necesita palabras para comunicarse entre sí. Pasarían horas y horas juntos, descubriendo cada rincón y grieta del cuerpo del otro. Una caricia aquí, un beso allí, la temperatura de la habitación aumenta aún más en cada segundo que desaparece.